Aprendió el oficio, hizo cursos de modelista y al volver de la mili se estableció solo: “Pedí prestados 15 pares de hormas y una máquina Singer, valorados en 3.000 pesetas (18 euros), que se descontarían de mi trabajo confeccionando botas de fútbol para un cliente de Madrid”, explica Fructuoso. Pregunta. ¿Cómo fue para el hermano mayor saber que el pequeño iba al Mundial?